Tener miedo al dentista, desgraciadamente, es muy común entre los niños. Se debe a la mezcla entre el temor a lo desconocido y a los tratamientos expuestos.
A veces nuestros propios recuerdos del dentista pueden ser poco agradables. Esa negatividad, inconscientemente, se traslada a los niños. Muchas veces, ya de camino, se les alarma de forma innecesaria con frases como “no te preocupes vamos a la clínica dental”, “no te harán daño”, “ya verás como no es nada”, “el dentista es muy bueno y lo hace muy bien” o “si te portas bien te compraré…”. Y el niño, empieza a preocuparse, o a llorar. El lloro, la queja, la protesta, tienen un único objetivo: disuadir al acompañante (padre, madre, abuela o quien corresponda) de llevarle a la cita.
La realidad es que habitualmente los niños son unos excelentes pacientes.
En nuestra experiencia, los niños son buenos pacientes y en contra de lo que pueda parecer, no es traumática para ellos. En nuestra clínica dental, nos quedamos sorprendidos al ver que al poco de empezar, y especialmente si los padres no están presentes (o el niño no los percibe como presentes), la actitud es muy colaboradora, se relajan, e incluso se quedan dormidos.
Trabajar con niños es un placer, debido a que es muy gratificante y es mucho más sencillo. El problema es poder empezar. Para ello es imprescindible la cooperación de los padres, que deben tratar de evitar mostrar preocupación excesiva, así como aparentar que la situación no depende ya de ellos (aparentar, pues las decisiones deben tomarlas ellos en última instancia) para que el niño, creyendo que las decisiones dependen del dentista, entiendan que la protesta servirá de muy poco.
Retrasar la visita al dentista puede suponer la no realización de esas obturaciones a su debido tiempo, y puede conducir a situaciones mucho más desagradables para los niños, a veces tanto para su salud dental como para su salud general.
Los cuidados de la dentición empiezan desde la infancia.
Nuestra recomendación es que procedan a llevar a sus hijos al dentista desde edades tempranas, para descubrir las lesiones de caries cuando estas son todavía pequeñas y tratables. Recordemos que cuando una caries duele, en un niño casi siempre implica tenerla que quitar, y con ello, creamos un problema de espacio para los dientes definitivos en el futuro. Y si en la visita no se encuentra nada, aparte de la alegría de estar bien, haremos que las próximas visitas del niño al dentista sean mucho más relajadas.